El Observatorio Veracruzano de la Educación (OVE) es una organización de ciudadanos que busca contribuir a la formación y consolidación de una opinión pública, a través del análisis de las acciones o inacciones de las autoridades educativas y los gobiernos locales y del diseño de líneas de política alternativas.

miércoles, 22 de junio de 2011

LA EDUCACIÓN IMPOSIBLE

Por: Edgar González Gaudiano
De acuerdo con el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (PICC), prestigioso grupo integrado por miles de científicos de todo el mundo en labor voluntaria, la temperatura promedio de la superficie del planeta se ha elevado en 0.74°C desde el final del siglo XIX y se ha proyectado que aumente de 1.8 a 4° más hacia 2099. El nivel de mar se ha elevado entre 10 a 20 cm durante el siglo pasado y un incremento adicional entre 18 y 59 cm (según los diferentes escenarios) se espera para el fin del presente siglo. Algunos dirán que en realidad es poco: menos de un grado centígrado de temperatura y veinte centímetros de elevación del nivel del mar, el problema es que con esas aparentemente pequeñas magnitudes muchos procesos vitales están en severos riesgos. Los pequeños países insulares y las planicies costeras de zonas tropicales, como las del estado de Veracruz, son los más vulnerables, tanto por la elevación en el nivel del mar como por la creciente intensidad de fenómenos climáticos extremos. Con el cuarto informe de evaluación del PICC (2007) ha sido ampliamente reconocido que las bases científicas para entender los impactos del cambio climático y las estrategias de adaptación y mitigación están claramente establecidas.
Sin embargo, las decisiones para frenar la emisión de los gases de efecto invernadero a niveles que no sigan incrementando los riesgos existentes, no son sencillas de adoptar. Primero, porque son decisiones de política económica que afectan procesos productivos y con ello a grupos de interés muy poderosos, máxime en periodos electorales o de bajo crecimiento. Segundo, porque el cambio climático es un fenómeno súper complejo que está íntimamente relacionado con los patrones en boga de la actual sociedad de consumo, con el crecimiento demográfico, con los estilos de desarrollo, etc. Entonces aunque muchos siguen pensando en el cambio climático como un asunto ecológico, es mucho más que eso puesto que es al mismo tiempo causa y consecuencia de diversos problemas contemporáneos que inciden en forma directa en la vida de las personas y de las otras especies del planeta.
En todo esto reside la dificultad de educar sobre el cambio climático. Es obvio que este desafío educativo concreto no puede reducirse a incorporar contenidos sobre el mismo en los programas escolares de los distintos niveles educativos. Eso desde luego hay que hacerlo, aunque no sea mucho lo que podemos esperar de ello. Tener información sobre un problema cualquiera no es condición suficiente para cambiar comportamientos, hábitos y actitudes sobre el mismo. Ahí tienen el caso del tabaquismo, por ejemplo. Si así fuera en relación con el cambio climático, los científicos que integran el PICC serían las personas mejor educadas ambientalmente del mundo y me parece que no son muy diferentes en sus formas de vida cotidiana a muchos de nosotros.
Pero el desafío de educar sobre el cambio climático es mucho más complejo, porque la escuela misma en su forma y orientación actual es más parte del problema que de la solución. Numerosos procesos, contenidos e incluso rituales escolares son en sí mismos insustentables. La organización disciplinaria es uno de ellos. El cambio climático es un fenómeno interdisciplinario por antonomasia, que ha puesto en jaque no sólo al conocimiento científico disponible, sino a la manera de producirlo. Y las comunidades científicas de cada disciplina son también grupos de poder muy resistentes en la modificación de sus parámetros de referencia y de certidumbre. En fin, para decirlo en pocas palabras, la educación escolar promueve muchos de los valores del actual modelo de civilización y noción de progreso que nos han conducido hasta este crítico momento. Sólo se salvan en este proceso, aquellos docentes y estudiantes más sensibles y críticamente avezados que piensan y actúan por su cuenta.
Fuera del ámbito escolar el problema no es menor, porque pretender educar sobre el cambio climático implica remar a contracorriente con un cierto tipo de aspiraciones de cambio social de las personas. Aspiraciones que se encuentran profundamente enquistadas en los patrones de la sociedad de consumo actual. En este sentido, para esas personas el prestigio social e incluso la identidad y la autoestima dependen de la adquisición de bienes y servicios que suelen ser necesidades creadas por la publicidad para satisfacer deseos caprichosos, con lo que obviamente mantenemos girando la rueda del mercado aunque nos pase por encima.
A través de la educación es posible generar presiones en el mercado para impulsar una racionalidad de consumo diferente, con énfasis en la calidad de los productos y las condiciones de su producción distinguiendo necesidades de deseos. Esto es, construir un nuevo patrón de consumo para una mayor equidad social y un menor stress ambiental, mediante procesos educativos que impulsen pensamiento crítico acerca de cómo escoger entre varias opciones y por qué no elegir aquéllas que se preconizan como signos de distinción social. Procesos educativos orientados a reducir la oferta productiva y a analizar el rol de las empresas que inducen el consumo posicional, que emplean mano de obra infantil o esclavos laborales, que no adoptan controles de emisiones y desechos, que no son al menos ecoeficientes, que no protegen del riesgo a sus trabajadores, que pagan sueldos miserables o reciben exenciones fiscales, subsidios especiales y tratos preferenciales que se traducen en competencia desleal para otros productores o países.  Conformarnos con ampliar contenidos sobre cambio climático en el currículum o con trasmitir programas de alfabetización científica sobre este tema por televisión, es como dar respiración artificial a un enfermo terminal.
De ahí que digo que en materia de cambio climático la educación es imposible. Imposible mientras la escuela continúe aferrada a sus atavismos y la sociedad siga comportándose como el cliente dócil de ese estilo de vida materialista centrado en el consumismo que destruye culturas, favorece la migración, erosiona esfuerzos educativos y genera violencia social.

No hay comentarios:

Cuestionario sobre participación ciudadana. PARTICIPA.

Create your free online surveys with SurveyMonkey , the world's leading questionnaire tool.