La señora Gordillo sube el precio de su amor para las elecciones de 2012. Como se sabe deseada por todos los precandidatos, no expresa su preferencia por ninguno. Está en la baza. Aunque el chantaje es para todos (con excepción de Lujambio, a quien le exige que se dedique a la SEP de tiempo completo).
Carlos Ornelas
La semana pasada, Elba Esther Gordillo, presidenta vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, desató una pequeña tormenta política. La señora Gordillo declaró lo que todo el mundo sabía: que, como jefa de una camarilla, el presidente Calderón, a cambio de votos en 2006, le otorgó posiciones para que ella las repartiera entre sus fieles. Aunque se quedó corta, pues no mencionó que, además del ISSSTE, la Lotería Nacional y la Secretaría Técnica del Consejo Nacional de Seguridad, le entregó el gobierno de la educación básica a su yerno, Fernando González Sánchez, y la Administración Federal de Servicios Educativos en el Distrito Federal a otro de sus vicarios.
Como siempre, sus declaraciones estuvieron marcadas por su megalomanía, vistiéndose de pureza (aunque con un atuendo costoso) y enviando mensajes cifrados. La pregunta que surgió fue ¿por qué suelta hoy esa información, qué persigue con ello? Tres conjeturas acaso expliquen, al menos en parte, esas cuestiones.
La primera suposición es que la señora Gordillo siente una amenaza a su poder de parte del presidente Calderón y se coloca a la defensiva. En su columna del 20 de junio, en ejecentral.com, Raymundo Riva Palacio arguyó que, desde diciembre de 2010, el mandatario le sugirió a la presidenta del SNTE que se olvidara de lo vitalicio y preparara su “salida digna”. Además, le negó la dirección del ISSSTE para su yerno y le reclamó por sus alianzas electorales en contra del PAN.
De ser cierto que el Presidente aspira a dar un quinazo a la señora Gordillo, ella alerta a sus fuerzas y refuerza su búnker. Al mismo tiempo, amenaza al mandatario con dar a conocer otros detalles de las transas que practica y de las cuales el gobierno es cómplice. Además, quiere recuperar lo que piensa que está etiquetado para ella y proteger a sus delegados, en especial a su yerno, quien sería el primero en caer.
La presunción de la licuadora. La señora Gordillo sube el precio de su amor para las elecciones presidenciales de 2012. Como se sabe deseada por todos los precandidatos, no expresa su preferencia por ninguno. Está en la baza. Aunque el chantaje es para todos (con excepción de Lujambio, a quien le exige que se dedique a la SEP de tiempo completo), el destinatario principal es el gobernador Peña Nieto. Le manifiesta que no la dé como aliada incondicional, que debe poner más para su camarilla en la mesa de juego. Insinúa que ella tiene la baraja, reparte las cartas, carga puros ases, fija las reglas del juego y es la dueña del casino.
Pienso que esta suposición explica buena parte de la jugada de la señora Gordillo. No sólo se protege de eventuales ataques del presidente Calderón, sino que ofrece votos a cambio de favores e impunidad.
La tercera conjetura supone el refuerzo del baluarte de la señora Gordillo, al mismo tiempo que muestra cierto temor. Cuando dice que el SNTE no necesita domadores (o domadoras, pues se dirigió a Josefina Vázquez Mota) fue para marcar al sindicato como territorio propiedad exclusiva de la camarilla gordillista. Ella no sólo actúa como la abeja reina del Panal, aunque diga que ni siquiera milita en él, sino que es la loba mayor del sindicato, la jefa de la manada.
La amenaza y el chantaje fueron múltiples. Al PAN le dice que “a lo mejor sí”, pero Gordillo veta a Vázquez Mota, quien tal vez sea la única con potencial de atacarla, incluso de hacer campaña teniendo al SNTE y su camarilla hegemónica como blanco de sus críticas. Al resto de los precandidatos y al Presidente mismo, la lideresa del sindicato les advierte sobre los riesgos que corren si se meten con el SNTE.
Las tres suposiciones tienen algo de peso. Tal vez Riva Palacio posea información sobre el “manotazo” del Presidente, mas aventurar que le prepara un quinazo es mucho. No le veo tamaños para ello. Además, le resultaría contraproducente si lo realiza con la misma eficacia con la que cocinó lo de Jorge Hank Rhon.
Cierto, la señora Gordillo administra bien la tecnología del poder, domina el arte del timing político y ha disfrutado de un poder inmenso. Pero, a fe mía, que en esta ocasión rebasó sus posibilidades. Muchas amenazas y chantajes a tantos actores le pueden redituar más pérdidas que ganancias, aunque tenga las cartas marcadas.
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