El Observatorio Veracruzano de la Educación (OVE) es una organización de ciudadanos que busca contribuir a la formación y consolidación de una opinión pública, a través del análisis de las acciones o inacciones de las autoridades educativas y los gobiernos locales y del diseño de líneas de política alternativas.

jueves, 14 de julio de 2011

Tras la tormenta, la impunidad

Por CARLOS ORNELAS
Toda la facundia sobre el Estado de derecho, el imperio de la ley y el respeto a la legalidad que nos recetan los políticos son ejercicios retóricos. Por más cambios que haya habido en las instituciones, en buena medida seguimos viviendo en un sistema político.

 
El 29 de junio, Elba Esther Gordillo desveló sus pactos con el presidente Calderón. Una semana más tarde, su ex valido, Miguel Ángel Yunes, denunció que, a cambio de haberlo colocado en el ISSSTE, él le debería transferir al Panal, el partido de la señora Gordillo, 20 millones de pesos por mes. Ambos hicieron confesiones que en una democracia consolidada quizás hubieran acarreado la renuncia de altos funcionarios y poner a trabajar a la procuración de justicia con el fin de averiguar las violaciones a la ley.

Sigo pensando que toda la facundia sobre el Estado de derecho, el imperio de la ley y el respeto a la legalidad que nos recetan los políticos de todos los colores, pero más quienes ejercen poder, son ejercicios retóricos. Por más cambios que haya habido en las instituciones políticas, en buena medida seguimos viviendo en un sistema político patrimonialista que, como decía Octavio Paz, se basa en relaciones de cliente-patrón.

No importa que los dichos de los actores políticos, incluida la declaración del Presidente, desnuden la corrupción reinante, nada va a suceder. Nadie investigará, no habrá ninguna consignación, la tormenta ya pasó. Y, como dice el refrán, tras la tormenta, la impunidad. ¡Pobre país!

La señora Gordillo no dijo nada que no se supiera; sus alocuciones encerraban mensajes para precandidatos, funcionarios y el Presidente. Tal vez en su guión no esperaba que Yunes saliera y exteriorizara algunas de las transas en las que participó. Por eso la reacción inmediata de la señora Gordillo fue mandar la pelota a la otra cancha: “En atención a sus temerarias, frívolas y calumniosas acusaciones que buscan involucrarme con el desempeño de sus actividades, sólo me queda decir que es él (Yunes) quien tiene que responder ante las autoridades y a la opinión pública... el desahogo de las imputaciones de corrupción y mala administración de su gestión a partir de la reforma a la ley de dicho Instituto, es un asunto que compete a las autoridades”, (Excélsior, 6 de julio).

En lugar de ordenar una investigación, el presidente Calderón salió a defender —de manera patética, hay que remarcarlo— su alianza con la señora Gordillo. Dijo que sólo entregó a la camarilla hegemónica del SNTE los puestos que el gobierno de Vicente Fox ya le había etiquetado. Y lo expresó con cierta inocencia (no en el sentido de negar la culpa, sino de ingenuidad) al pensar que alguien le vaya a creer que siguió la pauta de Fox. Ni los más cercanos al Presidente comulgan con esa engañifa.

El presidente Calderón se amparó bajo el velo protector de la Alianza por la Calidad de la Educación y se vanaglorió de sus logros, magros en comparación con las expectativas generadas. El secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio, defendió su posición, como funcionario y precandidato, apuntando que todos sus pactos con el SNTE son transparentes y legales y hasta defendió el papel del subsecretario de Educación Básica, el yerno de la señora Gordillo.

En esa feria de vanidades, quien se salvó de la andanada de críticas fue el ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, quien se negó a una alianza con Gordillo (quizá más por soberbia que por principios, ya que cuando ella se le acercó, AMLO parecía imbatible). Hoy, él tiene elementos de sobra para juzgar de ilegítimo el pacto Calderón-Gordillo.

Tal vez, como apunté en mi entrega de la semana pasada, el Presidente preparaba un quinazo contra la señora Gordillo. Pero si uno confía en la información que dio a conocer Raymundo Riva Palacio (en ejecentral.com, del 20 de junio), Felipe Calderón cometió el error de avisarle.

Hoy es tarde, ella jugó sus cartas primero. Formó su red de protección con el SNTE, el Panal, buena parte del PRI y a lo mejor con un sector del PRD que es cercano a Marcelo Ebrard.

Mientras el presidente Calderón se apura a construir un endeble control de daños, acaso la señora Gordillo pueda decir: “Elba por todos tan querida”. Ella es y será impune por la gracia de un sistema político patrimonialista que, ¡oh, paradoja!, el PAN fortaleció a partir de 2000.
Retazos
Elba Esther Gordillo también busca impunidad en territorio periodístico; cita a Jurgen Habermas como si de veras lo hubiera leído alguna vez. ¡Ja! (El Universal, 11 de julio).



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