Tomado de http://educacionadebate.org/2011/08/04/923023/
La Secretaría de Educación Pública (SEP), a través de la Subsecretaría de Educación Básica y la Dirección General de Desarrollo Curricular, se ha embarcado en la monumental tarea de vincular los planes y programas de estudio de la educación básica en el proyecto de Acuerdo por el que se establece la articulación de la educación básica (AA) y el ahora denominado “Currículo 2011”.
A pesar de que el documento demuestra un buen esfuerzo de recopilación, adolece de observaciones sustanciales pedagógicas y de política pública. Parece una falta de respeto político lanzar una reforma curricular de tal tamaño a un año y días del cambio de gobierno federal. Da la impresión de que la SEP trata de fabricar, desde la trinchera de una oficina administrativa, una política de Estado.
Mis observaciones al documento de más de 600 páginas tras una lectura rápida son:
1. La SEP parece estar más preocupada por la prueba PISA que por los niños y su aprendizaje. La visión teleológica del proyecto entroniza a PISA, una prueba estandarizada y limitada, como la aspiración del modelo educativo mexicano. La SEP afirma que “[l]a prueba PISA se ha convertido en un consenso mundial educativo […]” Esto no es cierto. Las autoridades educativas de México han convertido a PISA en un mito al grado de culto. Una mirada al portal de la SEP elaborado ex profeso “con las competencias para el México que queremos” ilustra este punto (pisa.sep.gob.mx). PISA es un referente, no un objetivo educativo nacional.2. La SEP ata los estándares nacionales a estándares internacionales al mencionar que “los estándares curriculares son equiparables con estándares internacionales […]”. No existen tales estándares: los países batallan mucho en la construcción de los propios, como para que entre sí se pongan de acuerdo con estándares internacionales.3. El Currículo se basa en un despliegue interminable de estándares y aprendizajes esperados, con contenidos curriculares o con subdivisiones temáticas. En gran parte el documento replica los contenidos de los planes y programas de estudio de 2004, 2006 y 2009; en otra parte son nuevos. Es un documento largo, denso y repetitivo. Las más de 600 páginas del mismo hacen muy difícil su lectura. Los maestros no leerán los cientos de cuartillas que utilizan un lenguaje ambiguo; por el contrario, esperarán al libro de texto y se olvidarán de lo demás.4. La SEP institucionaliza programas que rebasan la esfera pública como UNETE , o que pudieran tener un sabor sexenal como son Escuelas de tiempo completo, o Habilidades digitales para todos. Un currículo no es una ventana de proyectos sexenales o especiales.5. La SEP crecerá en centralización y burocracia cuando se propone crear 1250 Regiones para la gestión de la educación básica como “instancias intermedias entre la escuela y la autoridad estatal.” ¿Por qué no se deja esto a la decisión de los estados y las escuelas mismas? No; la SEP lo tiene que imponer en un documento de obligación nacional.6. Al igual que cuando inició la triada de reformas curriculares, la SEP coloca la carreta por delante de los caballos. La SEP debió lanzar antes una reforma radical al modelo de atracción, formación y certificación de maestros. Sería mucho mejor empezar por la reforma docente. Y aunque el Acuerdo que comento prevé un nuevo modelo de formación inicial de maestros, el primer punto del mismo lo encapsula a que el primer paso sea la “formación en escuelas normales públicas”. No tengo nada en contra de la formación en estas escuelas, lo que me parece inadecuado es que dicha formación no se abra a la competencia de las universidades.En abuso de la confianza de mis lectores sugiero algunos caminos a tomar:
1. No publicar el Acuerdo y seguir estudiando el tema de la articulación. No importa si nos lleva uno, dos o tres años más.2. Simplificar el currículo integrador. Cuando uno lee los programas con sus aprendizajes esperados y contenidos, la metodología de elaboración de cada área o disciplina varía de manera importante. Esto hace muy difícil la lectura del currículo. Es hacer complicado lo complejo. El AA no articula la educación básica; simplemente repite lo que los programas anteriores hacían pero ahora los junta en un mismo documento. Si queremos articular debemos ser capaces de seguir con facilidad y lógica los cambios graduales que ocurren no sólo entre asignaturas, grados y contenidos sólidos y secuenciales, sino entre niveles escolares con una misma descripción y metodología. Hay currículos de otros países mucho más avanzados en resultados educativos que resuelven el tema de manera más simple y articulada.Elaboremos un nuevo currículo para México; hagámoslo junto o después de un nuevo modelo de formación inicial docente; seamos realmente innovadores en términos y extensiones; en metas, filosofía y política educativas.
A pesar de que el documento demuestra un buen esfuerzo de recopilación, adolece de observaciones sustanciales pedagógicas y de política pública. Parece una falta de respeto político lanzar una reforma curricular de tal tamaño a un año y días del cambio de gobierno federal. Da la impresión de que la SEP trata de fabricar, desde la trinchera de una oficina administrativa, una política de Estado.
Mis observaciones al documento de más de 600 páginas tras una lectura rápida son:
1. La SEP parece estar más preocupada por la prueba PISA que por los niños y su aprendizaje. La visión teleológica del proyecto entroniza a PISA, una prueba estandarizada y limitada, como la aspiración del modelo educativo mexicano. La SEP afirma que “[l]a prueba PISA se ha convertido en un consenso mundial educativo […]” Esto no es cierto. Las autoridades educativas de México han convertido a PISA en un mito al grado de culto. Una mirada al portal de la SEP elaborado ex profeso “con las competencias para el México que queremos” ilustra este punto (pisa.sep.gob.mx). PISA es un referente, no un objetivo educativo nacional.
2. La SEP ata los estándares nacionales a estándares internacionales al mencionar que “los estándares curriculares son equiparables con estándares internacionales […]”. No existen tales estándares: los países batallan mucho en la construcción de los propios, como para que entre sí se pongan de acuerdo con estándares internacionales.
3. El Currículo se basa en un despliegue interminable de estándares y aprendizajes esperados, con contenidos curriculares o con subdivisiones temáticas. En gran parte el documento replica los contenidos de los planes y programas de estudio de 2004, 2006 y 2009; en otra parte son nuevos. Es un documento largo, denso y repetitivo. Las más de 600 páginas del mismo hacen muy difícil su lectura. Los maestros no leerán los cientos de cuartillas que utilizan un lenguaje ambiguo; por el contrario, esperarán al libro de texto y se olvidarán de lo demás.
4. La SEP institucionaliza programas que rebasan la esfera pública como UNETE , o que pudieran tener un sabor sexenal como son Escuelas de tiempo completo, o Habilidades digitales para todos. Un currículo no es una ventana de proyectos sexenales o especiales.
5. La SEP crecerá en centralización y burocracia cuando se propone crear 1250 Regiones para la gestión de la educación básica como “instancias intermedias entre la escuela y la autoridad estatal.” ¿Por qué no se deja esto a la decisión de los estados y las escuelas mismas? No; la SEP lo tiene que imponer en un documento de obligación nacional.
6. Al igual que cuando inició la triada de reformas curriculares, la SEP coloca la carreta por delante de los caballos. La SEP debió lanzar antes una reforma radical al modelo de atracción, formación y certificación de maestros. Sería mucho mejor empezar por la reforma docente. Y aunque el Acuerdo que comento prevé un nuevo modelo de formación inicial de maestros, el primer punto del mismo lo encapsula a que el primer paso sea la “formación en escuelas normales públicas”. No tengo nada en contra de la formación en estas escuelas, lo que me parece inadecuado es que dicha formación no se abra a la competencia de las universidades.
En abuso de la confianza de mis lectores sugiero algunos caminos a tomar:1. No publicar el Acuerdo y seguir estudiando el tema de la articulación. No importa si nos lleva uno, dos o tres años más.
2. Simplificar el currículo integrador. Cuando uno lee los programas con sus aprendizajes esperados y contenidos, la metodología de elaboración de cada área o disciplina varía de manera importante. Esto hace muy difícil la lectura del currículo. Es hacer complicado lo complejo. El AA no articula la educación básica; simplemente repite lo que los programas anteriores hacían pero ahora los junta en un mismo documento. Si queremos articular debemos ser capaces de seguir con facilidad y lógica los cambios graduales que ocurren no sólo entre asignaturas, grados y contenidos sólidos y secuenciales, sino entre niveles escolares con una misma descripción y metodología. Hay currículos de otros países mucho más avanzados en resultados educativos que resuelven el tema de manera más simple y articulada.
Elaboremos un nuevo currículo para México; hagámoslo junto o después de un nuevo modelo de formación inicial docente; seamos realmente innovadores en términos y extensiones; en metas, filosofía y política educativas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario