Manuel Martínez MoralesXalapa, Ver.09/06/2011
Cuando Felipe Calderón y la líder del SNTE, Elba Esther Gordillo, declaran que la evaluación de los maestros es indispensable para elevar la calidad educativa, deben encenderse las luces de alarma. Y es que cuando estos personajes hablan de evaluación, se refieren solamente a un aspecto limitado de la misma: a la medición –mediante la aplicación de pruebas- de quien sabe qué rasgos de los sujetos a evaluar. Por otro lado, la aplicación de exámenes de distintos tipos, que se hacen pasar por evaluaciones (exámenes CENEVAL, la prueba ENLACE, etcétera), se ha convertido en un mecanismo de intimidación y control dentro del sistema educativo mexicano.
Si bien se hacen críticas diversas sobre la pertinencia de estas supuestas evaluaciones, rara vez se aborda el tema desde una perspectiva técnica; esto es, partiendo de la pregunta de si estos exámenes cumplen con las normas técnicas mínimas de confiabilidad, validez, robustez y otras dictadas por la teoría psicométrica y la praxis pedagógica. Sin el respaldo de estudios técnicos apropiados, estas pruebas constituyen un engaño y convierten la evaluación educativa en una farsa.
El SNTE traicionó a los maestros al aceptar un modelo de evaluación que en los hechos agrava la inequidad, pues no toma en cuenta los diferenciales socioeconómicos de los alumnos ni las condiciones de infraestructura de las escuelas, asegura Olac Fuentes Molinar, ex subsecretario de Educación Básica e investigador de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN).
El nuevo modelo de carrera magisterial, y la evaluación universal de docentes y directivos –afirma Fuentes- premia al que tiene las mejores condiciones y castiga a quienes enfrentan las peores. Es evidente, insistió, que estas acciones sólo refuerzan la desigualdad y empobrecen de forma terrible la idea de lo que debe ser un maestro de calidad.
Veamos a partir de un ejemplo concreto, y desde una perspectiva técnica, lo que esto significa.
En Estados Unidos desde hace tiempo se aplican en la evaluación educativa los llamados “modelos de valor agregado” (value-added modeling), empleados en la obtención y análisis de datos en distintos momentos de alguna evaluación en el ámbito educativo. En particular, estos modelos han sido utilizados para evaluar el desempeño de los maestros, generalmente a través del rendimiento académico de sus alumnos, a veces complementado con exámenes aplicados a los propios maestros.
Existe controversia sobre el uso de estos modelos, pues este tipo de mediciones no considera factores que inciden en el desempeño de los maestros (antecedentes de los alumnos, tipo de escuela, estrato social, etcétera) y, por tanto, pueden resultar inapropiados. Estos modelos matemáticos son bastante complejos y fueron diseñados precisamente para intentar desentrañar cual es el efecto del desempeño del maestro en el proceso educativo, al margen de otros efectos que puedan confundirse con aquél.
Se ha puesto en evidencia que muchos de los factores que se creía influían importantemente en la efectividad del profesor, en realidad no lo son. También se ha determinado que dar incentivos económicos a aquellos maestros con más experiencia y formación no tiene un efecto significativo en su desempeño, reflejado en el aprovechamiento de sus estudiantes.
Los resultados derivados de estos modelos no deben ser el único criterio de evaluación del maestro, que en todo caso debe contar en menos del 50 por ciento. Además se precisa que las mediciones (pruebas estandarizadas) son muy cuestionables en cuanto a su confiabilidad y validez, y que dejan fuera aspectos cualitativos del proceso en el aula, así como antecedentes étnicos y culturales de los alumnos.
Lo apuntado es el resultado de un análisis y seguimiento minucioso sobre el empleo de estos modelos, por parte de agencias e instituciones estadounidenses. El Educational Testing Service –una de las instituciones con más prestigio en el campo de elaboración y aplicación de pruebas estandarizadas- ha concluido que los resultados de estos modelos no deben tomarse como los únicos elementos para evaluar el desempeño magisterial. (J. Ewing: Mathematical Intimidation Driven by the Data; disponible en www.ams.org/notices/201105/rtx110500667p.pdf)
En el caso mexicano, sin estudios técnicos de por medio y todo basado en ocurrencias de la burocracia educativa, cabe cuestionar si depende únicamente del maestro que atiende al grupo evaluado los resultados que obtengan sus alumnos, o si su aprendizaje es resultado de un proceso de acumulación de conocimiento y, más relevante aún, si se reconoce y pondera la fuerte influencia que tienen sobre el proceso educativo las condiciones socioeconómicas y de infraestructura escolar que enfrentan los alumnos, y la respuesta es que no se hace, por lo que se trata de mecanismos que sólo agravan la inequidad.
Reflexionar para comprender lo que se ve y lo que no se ve.
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