El Observatorio Veracruzano de la Educación (OVE) es una organización de ciudadanos que busca contribuir a la formación y consolidación de una opinión pública, a través del análisis de las acciones o inacciones de las autoridades educativas y los gobiernos locales y del diseño de líneas de política alternativas.

viernes, 21 de junio de 2013

Debatir públicamente la Reforma Educativa

Varios ciudadanos tenemos la impresión de que las decisiones sobre la reforma educativa, que actualmente se está implementando en México, tienen un carácter cupular que no toma en cuenta con suficiencia a los principales interesados del proceso de cambio, como los profesores y los padres de familia. También, parecería que la reforma se está dando sin una consulta sistemática a los especialistas que desde diferentes disciplinas tienen información de calidad en materia de educación y sus contextos, como los investigadores en el campo de la sociología, la antropología, la economía o la pedagogía.
Hay mucha bibliografía disponible a nivel global en materia de reformas educativas que señala con gran precisión (Carnoy, 1999; Popkewitz, 1982 y 2008) los diferentes componentes de un proceso de reforma; de dicha bibliografía es fácil desprender elementos para ver lo problemático de proceder como ahora se hace en México, así como algunas de sus potenciales consecuencias. De continuar así, es probable que veamos: una reforma sin claridad, sin legitimidad social más allá del primer gran golpe mediático, extraña para los actores educativos y con riesgos de que sus alcances positivos se disuelvan en la estructura burocrática y en las limitaciones del federalismo mexicano ―particularmente problemático en el sector educativo―.
Si la reforma que actualmente se implementa aspira a ser, en efecto, de gran impacto y trascendencia en el tiempo, debe ser más amplia que la discusión entre gobierno, legisladores y sus consultores preferidos, como hasta ahora parece haber ocurrido. Los foros regionales sobre reforma son necesarios, así como otros instrumentos que ya se han movilizado previamente para sondear o censar las principales preocupaciones de la población y que posiblemente se puedan adaptar para recuperar las principales necesidades y problemas, tal como los viven las escuelas, los estudiantes, los maestros y los padres de familia, para pasar de ahí a la formación de un ciclo de políticas efectivamente localizadas y correctamente aterrizadas.
En las semanas que preceden a este escrito, particularmente en los meses de mayo y junio, en diferentes partes de México se han desarrollado mesas de especialistas sobre la reforma educativa. En las que he podido seguir, por ejemplo, en Xalapa y en el Distrito Federal, se han planteado serios cuestionamientos a lo que sabemos públicamente de la reforma. En particular, a sus serias ambigüedades en materia de evaluación y sus posibilidades y consecuencias para el proceso educativo, para los docentes, los estudiantes y las escuelas.
Particularmente, en el caso de las mesas de Xalapa, la Universidad Veracruzana y el Ciesas-Golfo, convocaron a especialistas en materia de políticas, educación, sindicalismo, participación social. Los invitados plantearon interesantes puntos de vista sobre diferentes dimensiones de la reforma, como: la evaluación, la contratación de los profesores, la gestión de las escuelas desde el aparato estatal y a nivel de los centros escolares, la infraestructura, la forma vertical de conducir la política en México, el papel del SNTE, la posibilidad de que la reforma llegue o no a mejorar los procesos áulicos y escolares.
Los ponentes tuvieron disensos y acuerdos, entre sí y frente a la reforma. Entre los mayores puntos de acuerdo estuvieron: 1) El diagnóstico del que parte la reforma y sus objetivos no parecen claros y no necesariamente se corresponden entre sí, y tampoco con lo hecho en años previos, lo que puede implicar fuertes contradicciones a lo largo del sistema educativo; 2) los sentidos y el peso que se asigna a la evaluación es problemático; 3) la reforma tiene fuertes signos de la verticalidad que por años ha caracterizado a México, y pone en cuestión la idea de federalismo educativo y de participación; 4) la diversidad es un rasgo fundamental de México, por tanto, lo debe ser también para la reforma: diversidad lingüística, de contextos, cultural, de condiciones materiales y económicas. Este principio debe ser constitutivo de las acciones públicas pues, de otra forma, además de lo dicho arriba sobre las malas consecuencias, tenderán a crear mayores diferencias y desigualdades entre los estudiantes mexicanos.
Otro punto de coincidencia en los foros fue precisamente la necesidad de continuar debatiendo públicamente la reforma, y que la autoridad educativa a nivel estatal y federal ponga atención a estas discusiones para evitar, en la medida de lo posible, otro ciclo de reformas caras, de poco alcance y que pueden implicar varios años de retraso y desigualdad educativa y social. El que las leyes secundarias no estén en discusión todavía en el congreso, abre una buena oportunidad para incentivar este tipo de análisis.

Referencias:
Carnoy, Martín (1999). Globalization and educational reform: what planner need to know. Paris, Fr.; UNESCO.
Popkewitz, Thomas S., Tabachnick, B. Robert, & Wehlage, Gary (1982). The myth of educational reform: School responses to planned change. Madison, WI: University of Wisconsin Press.
Popkewitz, Thomas (2008). Cosmopolitanism and the age of school reform: Science, education and making society by making the child. New York: Routledge.


Ernesto Treviño Ronzón
Consejero del Observatorio Veracruzano de la Educación
Xalapa, Veracruz, México, 19 de junio del 2013

Documento: Ideas públicas, 2/2013
Ideas públicas es una serie de documentos de observación y análisis sobre temas de coyuntura, escritos y difundidos por integrantes del Observatorio Veracruzano de la Educación. Su uso es abierto.


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